lunes, 13 de diciembre de 2010

Los inicios de la geopolítica

Se dice que fue Johan Rudolf Kjellén quién acuñó el término Geopolítica. Nacido el 13 de junio de 1864  este geógrafo, politólogo y político sueco, definió a la geopolítica como la teoría del Estado como organismo geográfico o fenómeno en el espacio, es decir, el Estado como tierra (país), territorio, dominio o más distintamente como reino. Como ciencia política tiene siempre en vista la unidad del Estado.
A través del tiempo la Geopolítica ha tenido diferentes interpretaciones y definiciones que la han hecho pasar como una ciencia determinante para la toma de decisiones en el nivel político, hasta una ciencia de carácter mítica, que tenía incluso dentro de su propósito ser una especie de pronóstico del futuro, atribuyéndole concepciones agresivas, expansionistas, promotoras de utopías e incluso de guerras entre Estados.
Se le ha llamado pseudociencia, ciencia nazi e incluso, no vigente. Estas interpretaciones o atribuciones pueden verificarse del estudio de numerosos escritos, mapas, grabados y otros testimonios, que demuestran la preocupación de los conductores políticos, guerreros, geógrafos, filósofos y científicos de todos los tiempos por conocer al máximo la realidad geográfica del mundo y, especialmente, las características y condiciones geográficas de sus respectivos Estados, como también de aquellos países o áreas geográficas de mayor interés político, económico y militar, ya sea por su condición de posibles enemigos, o aliados. La Geopolítica como disciplina es muy antigua. Dentro de la rama de la ciencia política, se preocupaba de estudiar la importante influencia que siempre han tenido los fenómenos y factores geográficos, mercados, rutas comerciales o áreas claves de control estratégicos.

Evolución

La Geopolítica es una de las ciencias que más ha evolucionado y se ha ido consolidando a través del tiempo como un conocimiento científico teórico y pragmático que se inspira en la intima relación entre el Estado y el espacio donde aquel tiene un interés político que satisfacer.
El conocimiento teórico de esta ciencia cuenta con principios, normas, hipótesis y teorías que sirven de guía al pragmatismo político; se manifiesta y desarrolla por el estudio del espacio mediante el análisis de los factores geopolíticos que lo componen y la forma previsible de influir o actuar. El objeto de la misma es lograr una interpretación política del espacio, con la finalidad de aportar conocimientos a su desarrollo progresivo.
Dentro de lo que respecta a la geopolítica, se habla de que un estado soberano ocupa un territorio particular con características físicas únicas que en parte determinan las formas viables de organización económica, social, política y militar. Además, la localización geográfica de un estado debe ser considerada en relación con la de los que le circundan, cada cual con sus propias cualidades geopolíticas únicas. En el siglo XX, por ejemplo, Bélgica y Polonia han sido “campos de batalla” por su estratégica situación geográfica, entre Alemania y Francia y entre Alemania y Rusia respectivamente.
Es así como el estudio de la geopolítica cobró un importante vigor para intentar lograr una compresión más perfecta de la estructura profunda de las relaciones internacionales entre los estados.
Un ejemplo es el análisis entre la rivalidad política entre Estados Unidos y la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas (URSS) durante la Guerra fría. En este tiempo los analistas geopolíticos buscaron las raíces y objetivos de las políticas exteriores indispensables de ambos países. En 1904, el geógrafo británico sir Halford mackinder apreció un antagonismo geopolítico entre el poder terrestre de Rusia y la primera fuerza oceánica en ese entonces Gran Bretaña, más tarde Estados Unidos. Varias explicaciones geopolíticas se ofrecieron para localizar la causa geopolítica del conflicto soviético-estadounidense, conviniéndose en la necesaria influencia que desempeñaba el dominio real o tácito de otras áreas geográficas, tales como África, Eurasia y Latinoamérica.

Geopolítica y recursos naturales

El tema de los recursos naturales es uno de los factores que genera controversia entre los estados. Históricamente, el saqueo de recursos naturales y la explotación de los pueblos latinoamericanos como fundamento de la acumulación de capital, ha sido punto nodal en la geopolítica imperial hemisférica. Un ejemplo claro es el de la Colonia española.
Desde esa perspectiva, las peculiaridades espaciales-territoriales de la región, han terminado por precisar las líneas más adecuadas de subordinación, dentro de un marco de correlación de fuerzas de poder contradictorias, que buscan las mejores opciones de estímulo de tal acumulación de capital a favor de los principales grupos de poder económico.
Otro ejemplo es la crisis por el petróleo. La primera “crisis del petróleo” digna de tal nombre, se produjo en 1859, tras la perforación del famoso pozo del coronel Drake Titusville en Pennsilvania. Poco después estalló la guerra civil americana y el precio del petróleo se elevó hasta 15 dólares el barril. Bastó con aumentar la producción a 3000 barriles por día para que el precio volviera a caer a siete dólares. Desde entonces, el mismo remedio se fue aplicando en cada nueva crisis petrolera. Hoy en día las cosas son más complejas. A partir de 1999, el precio del petróleo no deja de aumentar, como consecuencia de que la demanda de crudo ha ido aumentando, pero la oferta ya no puede crecer más.
Se ha alcanzado un punto de confluencia de distintos factores: después de treinta años de mejorarse los sistemas de extracción de petróleo y alcanzarse a perforar profundidades que antes parecían inalcanzables, tras veinte años de realizar constantes prospecciones en busca de nuevas cuencas petrolíferas y de aumentos constantes en la producción, se ha alcanzado el punto de inflexión en el que las necesidades petroleras mundiales (la demanda) siguen creciendo, mientras que la oferta empieza, inevitablemente, a disminuir.
Esta tendencia compromete el proceso de globalización mundial iniciado desde principios de los años noventa. La era del combustible barato ha concluido y el precio de los transportes encarece el traslado de las manufacturas de un lado a otro del planeta. Así pues, el petróleo ha apuntillado la era de la globalización. Nuestra civilización se alimenta de energía; si ésta falla, los pilares del desarrollo se desintegran. El fin de la era del petróleo es, en definitiva, va a tener, sin duda, mucho que ver con el fin del mundo moderno.

El fin del ciclo

Está claro que Las guerras de Afganistán e Irak, los conflictos que están asolando África, la inestabilidad de algunos países iberoamericanos, tiene mucho que ver con el petróleo, de la misma forma que la escasez de crudo generará tensiones geopolíticas y geoestratégicos insoportables que culminarán en nuevas “guerras del petróleo”.
Cada vez la demanda energética es mayor. El petróleo existente en el planeta, es finito. Cada día se consume, por tanto, las reservas disminuyen a gran velocidad. No se debe forjar  ilusiones, ni esperanzas carentes de base científica. Cuando la realidad es que el modelo de civilización hoy en día solamente es sostenible mediante altos consumos energéticos; si no están a nuestro alcance, la civilización se para; si se para, muere.
La guerra de Irak (para controlar las primeras reservas mundiales de petróleo), la guerra de Afganistán (para disponer de una salida al mar para el petróleo del Caspio), la guerra de Chechenia (para obstaculizar el acceso del petróleo del Caspio a Europa Occidental), la presencia norteamericana en el Magreb y en toda la costa de África Occidental, en pugna con Francia, los intentos de desestabilización en Venezuela, el conflicto en Bolivia, la próxima destrucción de amplios sectores naturales en Alaska, la guerra de Putin contra los “oligarcas”, por el control de Yukos la gran petrolera rusa, etc, son muestras de lo que se espera: “las guerras del petróleo” están comenzando y con ello el fin del ciclo de civilización también.
María José Paredes

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